Nos faltaba una novela en torno a la clásica batalla entre los sexos. ¿He dicho clásica? Tim y Sally Willows son jóvenes y atractivos, pero su matrimonio comienza a resentirse. A ella se le cae la casa encima, él detesta su trabajo como publicista; ambos, en suma, quisieran ser el otro, pero recibirán más de lo que esperan cuando un juguetón dios egipcio les intercambie los cuerpos. Las implicaciones pondrían de los nervios a todo ideólogo de género ortodoxo, particularmente cuando Sally se viene arriba y deja embarazado a su marido. La pareja, esto hay que subrayarlo, gestiona el trance con bastante flema, aliviados por la ingesta (parece mentira que sean los años de la Ley Seca) de cantidades monumentales de ginebra; de la casa parroquial al paritorio, de los juzgados a la morgue, todo es loquísimo (evidentemente), picante en su justo punto e irresistiblemente gracioso. Un aparte cariñoso para Carl Bentley, el donjuán del barrio, que no disfrutará de un momento de sosiego: primero Tim (todavía en su versión teóricamente “normal”) aplanará sus ardores por Sally con el rodillo de cocina; más tarde, sin otro atavío que esos calzoncillos de cuerpo entero que los caballeros gastaban entonces, será perseguido a tiro limpio por el preñadísimo esposo (la insegura trampilla trasera de sus gayumbos, dicho sea de paso, no ayuda en nada a dignificar el espectáculo). Turnabaout no se ha traducido, ni probablemente se traduzca nunca, al español, pero es casi mejor porque el chispeante ingenio de Thorne Smith luce de lujo en su lengua original.
Turnabout (original en inglés)Que sí, que ya, que lo sé, que esto de la identidad sexual y el transgénero no es cosa de mofa, y lo traté con la seriedad correspondiente en mi entrada sobre Antony and the Johnsons y su “Man is the baby” (Hegarty, por cierto, se hace llamar actualmente “Anohni” y prefiere ser considerada mujer). Dicho lo cual, Turnabout se merece que rematemos la jornada con una sonrisa, y este problema “del revés” de T. R. Dawson os la arrancará a buen seguro.