La música: “One more kiss, dear” de Vangelis
A ver, pregunta de cultura general. ¿En qué película tiene lugar la escena que muchos (entre los que me incluyo) consideran la más memorable de todos los tiempos, y en la que uno de los personajes dice adiós a la vida de este modo?:
Blade Runner, por supuesto, como muchos recordaréis. Os refresco enseguida la memoria a los demás. Rick Deckard (Harrison Ford en la pantalla) es un policía encargado de retirar a cuatro replicantes que han entrado ilegalmente en la Tierra con la esperanza de encontrar un modo de prolongar su vida. Estos replicantes son una especie de superhumanos diseñados genéticamente para realizar duros trabajos en las colonias extrasolares y otras tareas ingratas, pero tienen un talón de aquiles: llevan programada en el ADN su fecha de “caducidad”, que es de apenas 4 años. En el momento cumbre de la película, Deckard se enfrenta al jefe de la banda, Roy Batty (un inconmensurable Rutger Hauer), que juega con aquel al ratón y al gato hasta que Deckard acaba agarrado por los dedos de una cornisa. Allí Batty le espeta: “Es toda una experiencia vivir con miedo, ¿verdad? Eso es lo que significa ser esclavo”. Sus dedos no aguantan más y Deckard se suelta, pero Batty logra sujetarlo en el último momento, lo levanta en vilo y le deja sobre la azotea. Es entonces cuando pronuncia las palabras de arriba y, cumplido su tiempo, queda definitivamente inmóvil bajo la lluvia.
Blade Runner es mucho más que una escena inspirada. Sigue asombrando el impacto visual del futuro cercano que nos anuncia, decadente y ultratecnológico a partes iguales, sucio, oscuro y desesperanzado. Impacto que amplifica hasta lo indecible la extraordinaria banda sonora de Evángelos Odiseas Papathanassiou, Vangelis para los amigos.
Vangelis es un héroe nacional griego y su discografía debe de ser una de las pocas fuentes sólidas de ingresos que han generado los pobres helenos desde el nacimiento de Cristo. Por mi parte colaboré, o más bien intenté colaborar, con la causa comprando en su día el disco con la música de la película. Digo “intenté” porque el de la tienda, en un encomiable gesto de honradez, me advirtió que no existía tal disco. Por lo visto Vangelis y los de la productora habían tenido no sé qué pelotera, y al final los estudios habían contratado a la New American Orchestra para versionar los principales temas de la cinta y publicado un álbum con los mismos, que pasaba por ser la banda sonora oficial de Blade Runner. Si me valía con eso…
Valió, evidentemente, porque necesitaba tener esa música fuera como fuera. Nunca me arrepentí, porque aunque años después Vangelis se dignó a publicar la banda sonora “de verdad”, lo cierto es que en general me gusta bastante más la apócrifa. Buena muestra de ello es “One more kiss, dear”, una adorable balada con aroma retro que John Bahler canta de modo ejemplar. No es que el desconocido Don Percival lo haga mal en la versión original, pero… no como Bahler.
One more kiss, dear / Vangelis
One more kiss, dear / Vangelis letra y traducción
Vangelis nunca ha sido santo de mi devoción (el envoltorio suele ser bastante más bonito que el regalo en sí) pero hay que reconocer que a principios de los ochenta estuvo sembrado. Véanse, por ejemplo:
- La delicada pieza que se escucha cuando Deckard revela a Rachel que es una replicante y que lo que ella supone sus recuerdos han sido artificialmente implantados, Memories of Green, ya aparecía en See you later, un disco que Vangelis publicó en 1980. Nadie lo diría porque encaja en la escena a la perfección. La versión de la New American Orchestra, por cierto, es fantástica.
- Imposible omitir la archiconocida Chariots of fire de esta lista. Simplemente, la mejor canción sobre el deporte que se ha compuesto jamás. Ojalá no terminemos por aborrecerla este año, porque con eso de que los Juegos Olímpicos se celebran en Londres, al igual que los de 1924 en los que se ambienta la película, los ingleses amenazan con ponerla a todas horas.
- Bastante menos populares que las bandas sonoras de Blade Runner y Chariots of fire son los discos que Vangelis grabó con Jon Anderson, el cantante de Yes, pero uno de ellos en particular, The friends of Mr. Cairo, es más que estimable. Beside es seguramente el mejor de sus temas; Anderson, entonces en plenitud de facultades, está sublime.
A lo mejor es por deformación profesional, pero los problemas y estudios que están basados en algún motivo geométrico me llaman la atención de modo especial. El de hoy implementa de manera sencilla pero verdaderamente elegante un tema muy bonito, conocido como el carrusel, y le valió a su autor, Jan Dobruský, el primer premio de un concurso que sobre el mismo organizó la revista rusa Schachmatnoje Obosrenije en 1901.
El checo Jan Dobruský (1853–1907) está considerado el fundador de la escuela bohemia de composición. Dicha escuela se caracteriza por la búsqueda de posiciones con una propiedad singular, sin menoscabo de la naturaleza específica del problema a resolver: el mate final ha de ejecutarse de la manera más económica posible. Esto significa que todas las piezas blancas, con la posible excepción del rey y los peones, han de intervenir en el mate y cada casilla adyacente a la del rey negro debe estar o bien ocupada por alguna pieza negra o cubierta por exactamente una de las blancas (a esto se le llama un mate modelo; en el caso ideal de que todas las piezas blancas y negras, peones y no peones, participan en el mate, entonces, muy lógicamente, recibe el nombre de mate ideal).
Dobruský se distinguió también como un excelente jugador de partidas “a la ciega”, proclamándose vencedor en 1874 de un torneo disputado bajo esta modalidad en Praga con el contundente resultado de 13½ sobre 14 puntos. Abogado de profesión, murió en un tribunal mientras participaba en una audiencia.
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