Este viernes tuve la desdicha de ver cómo se extinguía, tras una máscara de oxígeno, la llama de uno de los seres más excepcionales y bondadosos que jamás he conocido: mi madrina, mi tita Maruja. El corazón le había crecido demasiado, explicaron los médicos, para poder seguir latiendo. Qué paradoja.
No es justo. No lo digo como queja o vindicación, es la simple constatación de un hecho objetivo. Me asombra que el ateísmo militante afirme que el Universo surgió de la nada hace 13700 millones de años, plop, como una palomita explotando de repente en la sartén, y se quede tan fresco; pero el mismo trabajo me cuesta creer, contemplando la sinrazón de este manicomio que llamamos existencia, que haya un Piloto al mando de la nave. Es un alivio, en realidad; porque viajar al albur de un conductor tan amoral y despiadado sería para echarse a temblar.
Estamos, en resumidas cuentas y literalmente, dejados de la mano de Dios, aunque con matices. Mi teoría es que este universo es un experimento que un ocioso hacedor de estrellas emprendió hace un montón de tiempo, cuyo curso está dejando seguir, como cualquier científico que se precie, sin meter las manos dentro. Es de suponer que será una investigación de temática cósmica y grandiosa, sobre la energía oscura, los agujeros negros o algo así, en el que a la Tierra no puede corresponderle otro papel que el de imperceptible ruido de fondo. Pero reconozcamos que la vida, aunque minúscula y efímera, parece un fenómeno realmente singular, por lo que acaso, con muchísima suerte, la cosa podría ir de eso. Quién sabe si, en este preciso instante, nuestro Supremo Erudito observa absorto un panel interminable; donde una miríada de luces se encienden y se apagan, una por cada alma que entra o escapa de este mundo.
Si es así te diré, con todo respeto y en plan constructivo, Dios, Demiurgo o Como Te Guste Ser Llamado, que como biotecnólogo dejas bastante que desear: nos has construido débiles, cobardes, antojadizos y mezquinos. Aunque qué sabrá la pulga de lo que maquina el Domador; puede que esta sea solo la primera parte del experimento, y tengas un plan de altos vuelos para algunas bombillitas escogidas de tu panel, esas que destellan muy por encima de la media. Sin duda estará duro pasar el corte, así que en lo que a mí respecta no albergo muchas esperanzas, pero sé de unas pocas personas que podrían darte un juego extraordinario; mi tita Maruja era una de ellas. Pero claro, qué voy a decirte yo que Tú no sepas.
Las bienaventuranzas / Vladimir Martynov
Las bienaventuranzas / Vladimir Martynov letra y traducción
Coro: The Sirin Choir; dirección: Andrey Kotov
Lamento su pérdida. Hay quien dice que somos como estrellitas en el firmamento. Es nuestro destino brillar por un tiempo, y luego apagarnos para siempre. La explicación de la pasión musical de Sartre me conmueve desde hace años: «Madeleine mueve la manivela del fonógrafo (…) Es un viejo rag-time con estribillo cantado. Lo oí en 1917 a soldados americanos en las calles de La Rochelle. Ha de ser anterior a la guerra (.) En seguida vendrá el estribillo: es lo que más me gusta, sobre todo la manera abrupta de arrojarse hacia adelante, como un acantilado contra el mar. Por el momento, toca el jazz; no hay melodía, sólo notas, una miríada de breves sacudidas. No conocen reposo; un orden inflexible las genera y destruye sin dejarles nunca tiempo para recobrarse, para existir por sí. Corren, se apiñan, me dan al pasar un golpe seco y se aniquilan. Me gustaría retenerlas, pero sé que si llegara a detener una, sólo quedaría entre mis dedos un sonido canallesco y languideciente. Tengo que aceptar su muerte; hasta debo querer esta muerte; conozco pocas impresiones más ásperas o más fuertes» (La náusea, Jean Paul Sartre).
Muchas gracias, Háster. Su cita es de una belleza demoledora.
Reciba también mis condolencias.
Sigo con interés cuanto publica y podría haberle realizado ya algunos comentarios con anterioridad, porque me gusta mucho este sitio, la idea en sí, los contenidos que va compartiendo, su estilo de escritura,… pero ha sido a raíz de este muy lamentable suceso que finalmente le he escrito algo.
Enhorabuena por su trabajo.
Le acompaño en su dolor.
Muchas gracias, Francisco Javier.
Una de las cosas más gratificantes de un blog es leer los aportes de la gente que lo sigue. ¡Y si además te regalan los oídos, ya ni le cuento…!