Si la ciencia médica ya está pasándolas canutas para explicar la supervivencia de Stephen Hawking, ojo con Shane MacGowan, el adicto a todo lo adictible frontman de The Pogues, que el pasado día de Navidad cumplió 57 años con un hígado cuya pinta debe de aproximarse bastante a la del cometa 67P/Churyumov-Gerasimenko. He aquí un listado, necesariamente incompleto, de las hazañas de este inefable personaje:
- Empezó a beber whisky y cerveza Guiness a los cuatro años. Sus padres sostenían la pintoresca teoría de que si a un chico se le prohíbe de joven el pitraque, acaba volviéndose alcohólico de mayor. Señores MacGowan, no se molesten en patentar la idea.
- En una ocasión se puso tan insoportable en un pub que cuando reclamó el siguiente lingotazo el camarero invitó a todos los presentes a que escupieran en la copa antes de servírsela. El comatoso Shane proclamó que era el mejor gin-tonic que se había bebido en su vida.
- Algo más que ginebra tuvo que haber tomado el día que sometió a los pocos dientes que le quedaban (el resto se los había dejado en un muro durante una apocalíptica vomitera) a la dura prueba de masticar el volumen 3 de los grandes éxitos de los Beach Boys. Por lo visto creía que en su cocina se celebraba una cumbre entre las grandes superpotencias, a la que asistía como líder de la República de Irlanda, y se comió el disco para poner de manifiesto la inferioridad cultural de los Estados Unidos. En su descargo cabe decir que el tercero es, con diferencia, el peor de los tres volúmenes.
- En 2009 la televisión irlandesa emitió un reality, con él y su novia de protagonistas, afanados en sacar adelante una pequeña cosecha en el jardín. MacGowan no dudó en usar como fertilizante su propia orina, una jarra de la cual se subastó al final del show. A juzgar por el espantoso aspecto de las patatas cosechadas, no debió de sacar mucho dinero por ella.
- Es coautor de uno de los villancicos más hermosos y conmovedores de los tiempos modernos.
Pues sí. Un villancico punk, por más señas. En la segunda mitad de los ochenta, durante el breve periodo en que MacGowan se mantuvo más o menos presentable, The Pogues (previamente Pogue Mahone, que en gaélico macarrónico equivale a “bésame el trasero”, hasta que alguien de la discográfica cayó en la cuenta) maridaron con envidiable eclecticismo, y bastante éxito a ambos del Atlántico, la furia política y la energía descarriada del punk con las estructuras y la instrumentación del folk irlandés. Para no variar, “Fairytale of New York” se concibió en una noche de melopea, cuando en un bar de Dublín Elvis Costello le apostó a MacGowan que sería incapaz de escribir una canción de Navidad. El parto fue digno de una elefanta, dos años de trabajo con la ayuda de Jem Finer, el banjista (¿se dice así?) de la banda, pero alumbró el mayor triunfo comercial y creativo, de largo, de toda la carrera de The Pogues. “Fairytale of New York” es un cuento de perdedores, de corazones fracturados, de almas reviradas que han comido de la Gran Manzana más de lo que pueden digerir; hasta que en la última estrofa, cuando te ve desprevenido, Shane MacGowan te lanza un dardo de arte verdadero que traspasa tus defensas como si fueran de mazapán.
Si pensáis que la Navidad es algo más que papás Noel brindando con Coca-Cola, baltasares embetunados, y pavas en déshabillé cantando las campanadas; que no se resume en comprar por comprar, comer por comer y reír por reír; si a pesar de los pesares, de todo lo que ha llovido y lo que queda por llover, aún os queda una rescoldo de fe en los Magos de Oriente, esta canción podría interesaros. Feliz noche de Reyes, y recordad que a veces los milagros son posibles. Ahí está el hígado-cometa de Shane MacGowan para demostrarlo.
Fairytale of New York / The Pogues
Fairytale of New York / The Pogues letra y traducción
“A pair of brown eyes” (Rum, sodomy & the lash, 1985), “Rainy night in Soho” y “The body of an American” (Poguetry in motion, 1986).