La música: “And you and I” de Yes
Durante mis dos primeros años de universidad estuve alojado en un residencia llamada “Alejandro VI”. Una buena palabra para describirla, muy de moda en los últimos tiempos, es “austeridad”. Austeridad en lejía (Alejandro “Serdo” la apodábamos), en manutención (los desayunos se sacaban adelante a base de pan y unas monstruosas latas de foie gras marca Acme cuyos ingredientes y fecha de caducidad era casi mejor no investigar) y en mobiliario. En vista de esto último Mañaco, mi compañero de cuarto, y yo decidimos adornar las paredes de la espartana habitación que compartíamos con la foto de una guapísima chica semidesnuda que recortamos de la última página del As, un cartel con las leyendas “No por mucho madrugar me levanto más temprano” y “No dejes para mañana lo que puedas hacer pasado mañana”, y un póster de Roger Dean tamaño XXXL que había comprado en la tienda de discos que había bajo mi casa.
“Roger Dean”, aclaro para algún despistado, no “James Dean”, que hubiéramos sido el hazmerreír de los colegas. Roger Dean era entonces un artista muy popular e imitado, especializado en pintar paisajes de corte fantástico y futurista, cuya imaginería, por cierto, fusilaron en Avatar sin el menor rubor. No es extraño que sus trabajos se vendiesen en tiendas de discos, pues era especialmente famoso por las portadas que había diseñado para Yes, los talibanes del rock progresivo.
Lo de talibanes no es por ofender, que conste. Ya hablé con largura del prog en mi entrada sobre King Crimson y no es cosa de repetirse ahora. Pues bien, todo lo que insinuaba, prometía o anticipaba In the court of the Crimson King se concreta, plenamente desarrollado (y a veces hipertrofiado) en Close to the edge, el ejemplo de manual de esta corriente musical.
De las tres piezas del álbum, “And you and I” es sin duda la que mejor aguanta el paso del tiempo. Algún incondicional, en el calor del momento, ha llegado a describirla como “la mejor canción de amor compuesta jamás”. Discrepo de esta opinion por varias razones, entre otras porque no está nada claro que sea una canción de amor: hay quien la emparenta con el Siddhartha de Herman Hesse e incluso, agarraos, quien es capaz de identificar en su abstrusísima letra referencias a la Trilogía de la Fundación de Isaac Asimov, la más famosa de la ciencia ficción.
La canción tiene su densidad, lo admito, pero también os digo que en 1972 el álbum llegó al número 4 de las listas británicas y al 3 de las americanas. Por curiosidad acabo de echarles un vistazo: ¿sábeis quién domina el cotarro en estos momentos a ambos lados del Atlántico? Justin Bieber, nada menos. Anda que no han cambiado los gustos del respetable…
And you and I / Yes
And you and I / Yes letra y traducción
Hoy os he apretado un poquito así que lo justo es compensaros con temas de la etapa posterior del grupo, cuando empezaron a mostrarse más compasivos con la audiencia (o la audencia menos permisiva con ellos):
- En los mejores tiempos de Yes su columna vertebral estuvo constituida por tres auténticos fieras: Jon Anderson (voz), Stewe Howe (guitarra) y Rick Wakeman (teclados). De facultades siempre anduvieron sobrados, y cuando les ha dado la gana de ponerlas al servicio de una melodía brillante el resultado ha sido espectacular: véase por ejemplo Turn of the century en Going for the one (1977), su último gran trabajo.
- Madrigal es una breve composición de corte clásico en la que los tres vuelven a lucirse; Wakeman, en particular, está estratosférico con el clavicémbalo. Los críticos zurraron, y con razón, al álbum donde aparece (Tormato, 1978) pero con esta canción es imposible meterse.
- Masquerade, una pieza en solitario de Steve Howe, se coló a última hora en Union, un extraño disco de 1991 en el que de algún modo consiguieron embutirse prácticamente todos los pasados y presentes miembros de Yes. Los resultados fueron en general funestos pero “Masquerade” es una gloriosa excepción que, sorpresivamente, obtuvo una nominación a los Grammy.
El pasado 30 de mayo el indio Viswanathan Anand revalidó su título mundial tras derrotar en el desempate a partidas rápidas al aspirante, el israelí Boris Gelfand. A Garry Kasparov, que no hay jardín donde no se meta, le faltó tiempo para arremeter contra el campeón acusándole de escasa motivación e infravalorar a un rival por el que nadie daba un duro, a pesar de haber superado en su camino hacia la final a jugadores de extraordinario nivel.
Haría bien en cerrar esa bocaza que tiene porque de no ser por el buen sentido y, sobre todo, la clase de Anand, igual estábamos aún enredados en el cisma que el ruso montó con Short en 1993 disputando el Mundial fuera de los auspicios de la FIDE. Es verdad que el título había quedado unificado formalmente en 2006 tras el escandaloso match que disputaron Kramnik y Topalov en Elista, pero el blindaje que la FIDE había proporcionado a ambos prácticamente les garantizaba un duelo de revancha, y a la vista de lo huidizo que es Kramnik y lo marrullero que es Topalov, quién sabe qué zapatiesta se hubiera montado. Menos mal que Anand irrumpió ganando primero el título en México en un torneo en el que participaron todos los mejores (salvo Topalov) y luego derrotando en sendos matches a Kramnik y Topalov. Pocos pueden presumir en la historia del juego de ser campeones con tanta legitimidad.
Hay que reconocer, por otra parte, que la retirada del todavía número uno Kasparov en 2005, harto de batallar con todo el mundo para que se le permitiese competir en las condiciones que él entendía justas por el título, fue un alivio para Anand; Kasparov le tenía comida la moral, sobre todo tras vapulearle en 1995 en un match por el título versión PCA que se disputó en las tristemente desaparecidas Torres Gemelas de Nueva York. Nadie discutía su madera de campeón, y de hecho lo había sido (versión FIDE) en 2000 tras vencer en el estrafalario knock-out que Iliumzhinov organizó en Teherán, pero la ausencia de Kasparov, Kramnik y Karpov restó mucho valor al evento. Lo único que le faltaba, quizás, era creérselo y echar toda la carne en el asador, porque enseguida su juego empezó a ganar enteros, hasta hacerse con el número 1 del ranking en abril de 2007 por primera vez en su carrera y conseguir la corona “de verdad” ese mismo año en México.
Anand destacó siempre por la asombrosa velocidad con que jugaba y su tremendo olfato táctico, que muy pronto le valieron los sobrenombres del “expreso” y “tigre” de Madrás (o Chennai, como fue rebautizada en 1996), su ciudad natal. A estas cualidades, que todavía conserva (que le pregunten a Gelfand), ha añadido una preparación teórica mucho más eficiente y nervios bastante más templados; el resultado es un competidor colosal, al que a pesar de sus 42 años aún le queda, creo yo, mucha estopa por repartir. Disfrutemos de este “Anand corregido y aumentado” en todo su esplendor con la partida que ganó en 2006 a Karkajin, el gran maestro más joven de la historia (consiguió el título a la increíble edad de 12 años), en el torneo más prestigioso del calendario. Cinco veces se lo ha embolsado ya Anand, una de ellas el año que se disputó esta partida.
Karjakin-Anand, Wijk aan Zee 2006
Es imposible resumir un cuarto de siglo de brillantísimo ajedrez en unas pocas partidas, pero aquí tenéis mis sugerencias, por lo que valgan:
- Gelfand-Anand, Linares 1993. Empezamos, cómo no, con este clasicazo frente a su rival en el Mundial, sustanciado en una novedad teórica de esas que solo se ven de lustro en lustro.
- Anand-Ivanchuk, Las Palmas 1996. El indio sacrifica una calidad a la vez que cambia damas, llegándose a una tranquila posición donde solo genios como él pueden intuir compensación para el blanco. Sin duda, una de las jugadas más sorprendentes de todos los tiempos.
- Anand-Bologan, Dormund 2003. Otra bestial novedad teórica de Anand rematada con un espectacular sacrificio de torre. Le valió el premio a la mejor partida del año otorgado por el prestigioso Šahovski Informator serbio.
Justo ayer Anand, con negras, hizo trizas a Aronian en el torneo de Wijk aan Zee en una partida que ha incendiado los foros. Ya se la compara la mítica Rotlewi-Rubinstein, y está llamada a ser una de las mejores de la década. El indio llevaba unos meses de malos resultados, que le habían hecho descender al número 7 del ranking, y muchos le daban ya por acabado.
Pero parece el viejo tigre de Madrás aún tiene afiladas las garras.