Si hace dos años un lector del blog me hubiera propuesto escribir un especial “la canción del verano” lo habría baneado de por vida. Por insolente. O por cretino. O por ambas cosas a la vez. Y aquí me veis ahora, disfrazado de zíngaro a ver si os coloco una burra coja, vieja y loca: “In the summertime” de Mungo Jerry.
¿Colaría si os digo que Mungo Jerry no fue el típico grupo chancletero de usar y tirar, y que Melody Maker lo declaró conjunto revelación de 1970, con uno de los cinco mejores directos del mundo? Todo lo que se critique la aberrante coiffure de su líder, compositor, cantante y guitarrista, Ray Dorset (segundo por la izquierda en la foto de abajo), es poco: es como si Aurelio, el chimpancé sapiens de El planeta de los simios, acabara de quitarse un casco de motorista. Y no obstante, un tío que ha recibido varios premios Ivor Novello no puede ser tan merluzo como parece, digo yo. La letra es un monumento a la estulticia, sí, pero os lo advierto: esta gente leía poesía. Lo prueba el hecho de que el nombre de la banda está sacado de unos versos de T. S. Eliot. ¿Música de pachanga y chiringuito, me decís, solo apta para el consumo si llevas un gramo de alcohol en sangre? Qué va: esto se llama skiffle, un sonido que hizo furor en las Islas en los cincuenta y la razón, aunque no os lo creáis, por la que John, Paul, George y Ringo se echaron al monte en busca de fortuna. Un sonido que enraiza en los Apalaches y atufa a pioneros dispuestos a inflamar la noche fría, sin más instrumentos que un banjo, una tabla de lavar y una botella de whisky recién trasegada.
Ya me callo. La verdad desnuda es que la mungomanía fue una epidemia, altamente contagiosa, que se extendió por toda Europa en el verano de 1970, infectando en tiempo récord a millones de personas. Incluso ahora, en pleno siglo XXI, no se la puede dar por erradicada, primero porque se desconocen antídotos de garantía (el single lleva vendidas treinta millones de copias, y subiendo), y segundo porque su agente patógeno es capaz de aguantar aletargado en el organismo por tiempo indefinido, listo para reactivarse al menor descuido. Yo lo sufrí hace unas semanas, en una barbacoa familiar, cuando a un inconsciente se le ocurrió poner un cedé de éxitos veraniegos de los setenta. Os prometo que no me había acordado de ella en décadas; y aquí me veis ahora, disfrazado de zíngaro a ver si os coloco una burra coja, vieja y loca.
Yo sospecho que el Cielo, en Su Infinita Sabiduría, se complace en meternos estos puyazos a los que nos creemos más listillos que la media, para recordarnos que la mitad de nuestro ADN es idéntico al de la mosca de la fruta.
In the summertime / Mungo Jerry
In the summertime / Mungo Jerry letra y traducción
¡Je,je, je, buen rollito veraniego!
En mi opinión, esta mungo-canción es como cuando Eva María se fue buscando el Sol a la playa (con su maleta de piel y su biquini de rayas), que era imposible seguirle el ritmo si no calzabas chanclas de caucho, de estas que hacen palmas a cada paso, cuando el interior de la suela se despega del suelo para azotarte la planta del pie de sopetón: clap, clap, clap… Así, sí. Pero de otra manera, es que no se le puede encontrar el sentido a algo así. En fin; que do fueres hicieres cuanto vieres, y asimismo feliz solsticio de verano (que es ahora), y hasta la canícula agostense (que será en agosto).
¡Madre mía, “Eva María”, qué dantesca…! Solo por esa rima atroz de “ausencia” con “indulgencia” Franco ya tendría que haberla prohibido. El problema de programar canciones de este estilo, especialmente cuando el calor empieza a apretar, es que a la gente se le remueven sus instintos más primarios. No falta más que aparezca alguno reclamando a Georgie Dann…
¡Feliz verano!