Sostenidos por los textos decadentes y antisistema de su vocalista Morrisey y las melodías frescas y guitarreras de Johnny Marr, los Smiths grabaron cuatro discos (uno de ellos el trascendental The queen is dead) entre 1984 y 1987, el tiempo justo que consiguieron soportarse sus antagónicos líderes. Sus parámetros musicales eran la antítesis del disco a base de sintetizadores y cajas de ritmo que infestó los primeros ochenta, y así lo subraya el nombre elegido por el grupo, el más simple que fueron capaces de concebir. Sin embargo consiguieron un éxito notable; más aún, su influencia en la evolución del britpop que tantos primeros planos acapararía la década siguiente fue decisiva.
Los Smiths tienen unas cuantas canciones realmente asombrosas, pero la letra de “Cemetry gates” marca la diferencia. En su más pura y ceniza esencia, Morrisey evoca sus visitas juveniles a uno de los cementerios de Mánchester con su mejor amigo, Linder Sterling, pero aprovechando el tirón reivindica el ingenio de Oscar Wilde frente al romanticismo desaforado de Yeats y Keats, mezcla citas del Ricardo III de Shakespeare con las de una imaginaria meretriz de comienzos del diecinueve, y se mofa de los intelectuales de salón regañando a los plagiadores, pocos versos después de copiar con todo descaro las líneas “All those people… …I want to cry” de una vieja película de 1942 titulada El hombre que vino a cenar. Película, naturalmente, protagonizada por un crítico literario insoportable y manipulador.
Cemetry gates / The Smith
Cemetry gates / The Smith letra y traducción
“Heaven knows I’m miserable now” (single, 1984), “There is a light that never goes out” y “The boy with the thorn in his side” (The queen is dead, 1986).