Blur y Velimir Kalandadze

La música: “Tender” de Blur

Si hay algo que en mi opinión simboliza a la perfección la cultura estadounidense, eso es el pressing catch. Lo digo como un cumplido, aunque parezca lo contrario.

Desde luego, es inconcebible que esta especie de ballet de carne hubiera sido inventado en ningún otro sitio, y mucho menos que hubiese arraigado como allí (el wrestling fue uno de los principales eventos que abrió las puertas al pay-per-view). En España lo siguen los chiquillos, que es lo lógico; pero en los EE. UU. grandes y pequeños lo disfrutan con el mismo fervor.

Lo que pretendo decir es que culturalmente son como críos, y aunque ello conlleva un punto cafre “salvaje Oeste” que tendrán que ir puliendo con el tiempo (la barra libre de armas, la pena de muerte y ese tipo de cosas), viven la vida y miran las cosas con una frescura que aquí en Europa, curtidos en mil batallas y desengañados de todo, nos vendría la mar de bien, sobre todo en estos tiempos.

Otro ejemplo: hablemos de religión. Sin pretender entrar en el fondo del asunto, no hay color entre los respectivos servicios dominicales. Los nuestros, tan mortecinos y desangelados, años y años “amenizados” con piezas tan lúgubres como “No podemos caminar” o “Qué alegría cuando me dijeron”; los suyos, tan festivaleros, con esos coros de negras orondas cantando gospel a pleno pulmón, toda la congregación batiendo palmas y hasta el propio reverendo meneando las caderas. Es un cliché, ya lo sé, pero me entendéis.

De manera que hoy toca gospel, pero ya está bien de hablar de los USA, así que fuera complejos y escuchemos uno a la inglesa, compuesto por unos tipos con la piel más blanca que un lavabo. Los de Blur tocaron muchos palos a lo largo de su carrera, pero ninguno tan inesperado y de manera tan convincente.

Tender / Blur
Tender / Blur letra y traducción

Más canciones redondas de Blur:

Se supone que el binomio Blur-Oasis es el estandarte de la new British invasion que arrasó en los noventa, pero más allá de alguna batalla puntual en las listas de éxitos me declaro incapaz de percibir la más minima relación entre el grupo de Albarn y Coxon y el de los hermanos Gallagher.

A más o menos volumen, las canciones de Oasis han sido siempre las mismas. Blur, por el contrario, se parece a esos autobuses panorámicos de las grandes capitales donde te subes y en una tarde has visto toda la ciudad. Su discografía es un frenético recorrido por casi todo lo que el pop y el rock habían dado de sí los treinta años anteriores, donde tan pronto tropiezas con el descaro mod de Parklife, el pop barroco y futurista de The universal o el genuino britpop de Coffee & TV (y eso limitándonos a su parte menos ruidera).

Tanto eclecticismo termina por marear un poco, la verdad, y nunca he tenido claro adónde pretendían llegar (posiblemente ellos tampoco), pero Blur me vale como la perfecta coctelera de los noventa, una década, en lo musical, más heterogénea, desquiciada e indescifrable que quizás ninguna otra.

El ajedrez: estudio de V. Kalandadze, Shakhmaty v SSSR 1979

Tiende a pensarse que los estudios de torres y peones son áridos y sin chispa, pero el trabajo de especialistas como el georgiano Velemir Kalandadze, maestro internacional de composición desde 1984, demuestra lo contrario.

Graduado en la Universidad de Tiflis e ingeniero de profesión, Kalandadze se ha convertido en uno de los más populares compositores del momento, con más de 400 estudios publicados. Ha ganado seis primeros premios en competiciones internaciones, destacando una medalla de oro en la Olimpiada de Haifa (Israel) de 1976, otra de plata en la de Salónica (Grecia) en 1984, y el premio de la Comisión Permanente de la FIDE para las Composiciones de Ajedrez (PCCC) al mejor estudio del año en 2008.

El estudio que he escogido ilustra a la perfección la maestría con que Kalandadze maneja las piezas pesadas. La clave está en bloquear, cueste lo que cueste, un peligroso peón negro en séptima. En un estudio de 1972 implementó la idea sacrificando las dos torres blancas, y poco después un checo, Fritz, compuso otro haciendo lo propio, ahora con la dama. Finalmente Kalandadze consiguió fusionar ambos conceptos con gran ingenio; el resultado es el estudio que estáis a punto de ver.

Estudio de V. Kalandadze, Shakhmaty v SSSR 1979

Más estudios memorables de Velimir Kalandadze:

Una ventaja de los estudios de torres es que se prestan muy bien a largas y sistemáticas maniobras que se desarrollan por todo el tablero. Un ejemplo extremo es uno de sus estudios en colaboración con su compatriota David Gurgenidze, que se distingue sobre todo por un insignificante movimiento de peón al principio que solo cobra sentido ¡24 jugadas después! Obtuvo el primer premio del torneo en honor de Iuri Akobia por su sesenta cumpleaños (1997).

Algo más breves, pero igualmente suculentos, son el que presentó al VI Torneo de Composición por equipos de la URSS, 1968, en el que el rey blanco termina escapando de una tenaz persecución de ida y vuelta por la segunda y cuarta filas, y el que le valió el primer premio del torneo de Sagaredzho (1984), donde para conseguir un inverosímil empate el blanco debe sacrificar ambas torres y luego enterrar su rey forzando un ahogado casi del tipo “rey Tut”.

2 comentarios sobre “Blur y Velimir Kalandadze

  1. Remedios Contestar

    Pues, que me ha en”cantado”. He usado el enlace en mi página sobre Donald W. Winnicott en Facebook y WordPress. Allí se puede ver. En caso de tener algún inconveniente en el hecho de haber compartido el enlace, se dice, se retira.
    Come on!

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