El Capricho número 24 de Paganini es una de las piezas más aclamadas del repertorio violinístico. En mi opinión se trata más de efectos especiales que de otra cosa, porque lo único que le falta por hacer al intérprete con su instrumento es el pino puente, pero debo de ser el único que piensa así porque montones de músicos (Listz, Schumann y Brahms, entre otros) lo han usado como motor de arranque de alguna de sus composiciones. Ya en el ocaso de su carrera, Sergei Rachmaninoff también escribió sus propias variaciones sobre el tema de Paganini, y sentó cátedra al hacerlo. En los veintitantos minutos que dura la composición Rachmaninoff teje un caleidoscopio de ambientes en contraste, que mudan de lo lírico y lo melancólico a lo sombrío y lo dramático; tan pronto te encuentras con una marcha como con un minueto, o incluso un dies irae como si de un réquiem se tratara. O, así de pronto y sin avisar, con la inconcebiblemente hermosa variación 18.
El tema en que se basa el Capricho de Paganini es en sí mismo una insignificancia, las cinco notitas de nada «la-do-si-la-mi». Podéis escucharlas a continuación:
Rhapsody on a theme of Paganini – Variation 18 / Sergei Rachmaninoff
Piano: Stephen Hough; orquesta: Dallas Symphony Orchestra; dirección: Andrew Litton
No me sorprende lo más mínimo.
Vocalise / Sergei Rachmaninoff
Orquesta: Filarmónica de San Petersburgo; dirección: Mariss Jansons
«Concierto para piano n.º 2 en do menor – Adagio sostenuto» (1901) y «Sinfonía n.º 2 en mi menor – Adagio» (1907).