Seguro que todos tenéis un amigo, pariente o conocido del club de ajedrez al que no hay forma humana de ganarle una partida. Pero no porque sea una fiera del tablero, más bien al contrario, sino porque cada vez que se deja una pieza o mete la pata (lo que ocurre a menudo), y tú castigas el error, vuelve tu jugada y la suya (¡ay qué despiste, espera un momentito…!) y hace un nuevo movimiento a ver qué tal. Al cabo estás tan desquiciado que intentas ganarle poco a poco, a lo posicional, para que no lo note, pero como tú tampoco eres precisamente Capablanca, en un momento de descuido te pega un doble al rey y a la dama que te deja tieso. Por supuesto, no tarda ni un milisegundo en levantarse y contarle a todo el mundo que estás en el saco, con lo que evita que le devuelvas la jugarreta so pena de quedar como un fulero. A veces la vida es un asco.
A lo mejor podríais enseñarle el problema de hoy; con suerte hasta capta la indirecta. Se trata de un mate en 3 pero de un tipo muy especial, que los especialistas denominan retromate. La novedad estriba en que el blanco (tal vez vuestro patoso amigo) ha hecho ya la primera jugada. No sabemos cuál es, pero conociéndolo lo más probable es que no tenga nada que ver con la clave del problema. El reto está en identificar la jugada realizada, retroceder a la posición de partida y proponer la solución correcta.
El presente retromate, modélico en su género, lleva la firma de Rafael Moiseevich Kofman (1909-1988), un ingeniero ruso-rumano que tuvo a su cargo la sección de problemas de Shakhmaty v SSSR desde 1954 a 1971. Se especializó sobre todo en mates directos en los estilos estratégico y lógico, y 45 de sus aproximadamente 400 problemas recibieron primeros premios. Entre sus logros cabe destacar tres bronces en los campeonatos soviéticos de 1948, 1955 e 1959; recibió el título de maestro internacional de composición en 1973. Fue además un autor muy prolífico y de extraordinario éxito en la Unión Soviética: por ejemplo, su colección de estudios de Kaminer y Liburkin, publicada en 1981 con introducción de Botvinnik, tuvo una elefantiásica tirada de 100000 ejemplares. No pocos novelistas darían gustosos un riñón con tal de vender la mitad de eso.
Por aquello de economizar no tengo por costumbre adelantar los diagramas de las composiciones, pero hoy haré una excepción. Me interesa que os recozáis un poco con él, os “aseguréis” de que no tiene solución (nadie en su sano juicio sospecharía que existe) y luego caigáis rendidos al ingenio de Kofman cuando leáis mi explicación. Recordad: blancas vuelven atrás un movimiento y a continuación dan mate en 3. Si queréis os doy un par de pistas, aunque dudo que os sirvan de mucho. Si lo que hizo Pervakov con el enroque os pareció retorcido, lo de hoy es de triple volterera con carpado y tirabuzón; y hay una mítica frase de Sherlock Holmes en El signo de los cuatro que viene muy a propósito: “¿Cuántas veces le he dicho que cuando se elimina lo imposible, lo que queda, por muy improbable que parezca, debe ser la verdad?”.
Ah. Y el desenlace encierra una edificante enseñanza moral.
Problema de R. Kofman, Shakhmaty Bulletin 1958
Revista Română de Şah 1930 (mate en 2, 1.Cg7), Memorial Isaev 1933 (mate en 3) y Shakhmaty v SSSR 1980 (mate en 3).
Hay dos actitudes frente al ajedrez que descalifican a quien las practica, y que realmente es la misma: 1º) Corregir o reconvenir la propia jugada; y 2º) Interrumpir la partida por un exagerado miedo a perder.
Y no olvidemos una tercera, por lo demás tan corriente aquí como en tantas otras facetas de la vida: no saber ganar.