Ocurrió en la Olimpiada de Munich de 1958 durante el encuentro URSS-Inglaterra. En el primer tablero se enfrentaban el campeón del mundo Mikhail Botvinnik y C. H. O’D. Alexander. En su jugada 11 Alexander capturó un peón con su alfil, pero ello conllevaba un serio error estratégico que en esencia costaba la partida. Tan escandalizados quedaron los soviéticos ante el fallo que Bronstein, con cierta exageración y muy poca caridad, afirmó a viva voz: “Cualquier escolar ruso sabe que en esa posición hay que capturar con el peón”.
La frasecita esta de “cualquier escolar ruso sabe…” arraigó y se convirtió en metáfora, no ya de la abrumadora superioridad de las estrellas soviéticas frente a las del resto del mundo, sino incluso del conocimiento del noble juego de que hacían gala hasta los más humildes ciudadanos de la URSS, muy superior al que se estilaba a este lado del Telón de Acero. Tal era (y sigue siendo) el mito que, por irnos a un ejemplo chusco, montones de ajedrecistas occidentales llevan años tragándose el bulo de que el fantástico estudio que prácticamente abrió este blog era invención de un anónimo tractorista georgiano.
No es algo tan estrafalario como pudiera pensarse; de hecho, el campeonato soviético de granjas colectivas (los célebres koljoses) tenía bastante nivel. Nuestro protagonista del día, Efim Aronovich Korchmar (1914-1978) lo ganó, compartido, en 1964; junto a su clasificación para las semifinales del Campeonato de la URSS de 1952 y un bronce en el Campeonato de Ucrania de 1937 (precisamente el evento en que se disputó la partida que vais a ver) fue el momento de más lustre de su carrera. Su rival, Evsey Isaakovich Poliak (1908-1970; no confundir con su contemporáneo Abram Borisovich Poliak, error en que incurren bases de datos tan relevantes como Chessbase y Chessgames), fue durante un cuarto de siglo un habitual del campeonato ucraniano, con dos medallas de plata en 1939 y 1948 y un tercer puesto en 1955 como mejores resultados. Como Korchmar, consiguió disputar en una ocasión las semifinales del campeonato de la URSS (1951).
Datos, a la postre, de escasa relevancia, pero no nos despistemos: la partida de hoy es muy relevante. Ya hemos visto sacrificios de dama en el blog, y veremos más; con lo que no habíamos tropezado hasta ahora era con tres sacrificios de dama seguidos. No es el récord histórico: Geller ganó una impresionante partida a Smyslov en los cuartos de final de Candidatos de 1965 que eleva a cuatro el listón, por no mencionar las seis veces que el blanco pone en prise su soberana en la famosísima Adams-Torre, Nueva Orleans 1920 (si bien esta habría que descalificarla porque en realidad jamás se disputó, fue una invención de Torre). Pero la de hoy tiene un encanto inigualable porque, por si faltara color a esta obra maestra, Korchmar la adorna con un sacrificio previo de caballo en absoluto evidente, y la remata regalando una torre a su adversario.
Tres sacrificios de dama entonces, que ya está bien. Si los campesinos soviéticos eran capaces de cosas así, se entiende el terror que sembraban los profesionales.