La música: “Wake up” de Arcade Fire (Memorias del preverano, primera parte)
Mi hijo lleva todo el fin de semana con una sonrisa de oreja a oreja, y no es para menos. El viernes hizo su último examen en el instituto y empiezan tres meses sin más límite para pasarlo en grande que las horas que dé de sí el día.
Imposible olvidar esa sensación de euforia casi irreal, que los primeros días (el “preverano”) me esforzaba en saborear sorbo a sorbo, casi aguantando la respiración, como si así se pudiera detener el tiempo y estirar al infinito las vacaciones. Una sensación antagónica, claro, a la de las dos semanas finales de curso. Yo era buen estudiante, pero a pesar de ello (o quizás precisamente por ello) el agobio y una cierta zozobra siempre estaban presentes. En casa casi coincidían el santo y el cumpleaños de mi padre, y había tarta de almendras, helado y tocino de cielo en el frigorífico; qué envidia de los adultos, parecían tan desocupados y relajados… Cuando el calor y el estrés me ablandaban los sesos me asomaba un rato al balcón a tomar el aire y contemplar las golondrinas. Por alguna razón, justo esos días cruzaban mi pueblo en su migración y era fascinante verlas agolpadas a cientos contra el cielo humeante, volando frenéticas hacia el norte. Así ansiaba yo volar, libre de preocupaciones y olvidándome de todo. Si alguien me hubiera dicho que treinta años después estaría sentado ante un teclado evocando esos momentos con una sonrisa en los labios, lo habría estrangulado.
“Wake up” de Arcade Fire, uno de los supertemas de este comienzo de siglo tan retorcido que nos ha tocado sacar adelante, es la canción perfecta para la ocasión. Su música está llena de adrenalina y energía positiva, igual que la de un niño que corre enfebrecido a echar un partido con los amigos. La letra admite varias lecturas, pero yo la entiendo como un melancólico aviso a navegantes. “Chicos, espabilad, sed conscientes de lo que tenéis y disfrutadlo, porque estáis condenados a crecer”. Esfuerzo baldío, por supuesto. La felicidad no se entiende, se siente. Si fueran conscientes de lo felices que son, o deberían ser, sería imposible que lo fueran tanto.
Wake up / Arcade Fire
Wake up / Arcade Fire letra y traducción
Lo de Arcade Fire con su disco debut Funeral fue llegar y besar el santo; no hay lista de lo mejor de la década pasada en la que no aparezca en puestos de privilegio y los de U2 se volvieron locos con él, hasta el punto de abrir todas las actuaciones de su Vertigo Tour (la gira mundial que dieron en 2005 y 2006 para presentar su disco How to dismantle an atomic bomb) con “Wake up”. Los pajaritos disparando a las escopetas, que dirían Carlos Martínez y Michael Robinson.
Es normal que a Bono y sus compinches les encante Arcade Fire, porque ambos grupos escriben melodías sencillas y potentes, escritas para ser cantadas a pleno pulmón por miles de personas en estadios abarrotados. Lo de “a pleno pulmón”, en el caso de los canadienses, es literal, porque el pobre Win Butler se deja el alma (y la garganta) en cada canción. Para seros franco, su voz me espantó la primera vez que le oí, pero al final te aclimatas y aporta al disco un extra de honestidad que no le sienta nada mal. Por otra parte ¿a quién puede caerle gordo un grupo de rock en el que acordeón, xilófono, violonchelo y violín suenan, y no poco?
- Funeral empieza a toda pastilla con Neighborhood #1 (Tunnels). Una auténtica declaración de intenciones, pues si el álbum se titula así es porque pocos meses antes de su publicación habían fallecido tres familiares cercanos de algunos de los miembros del grupo. Sí señor, con dos narices, mirando de frente a la parca y diciéndole “métete la guadaña donde te quepa”.
- Al final del disco Régine Chassagne toma el relevo de su esposo Win para entonar la momentáneamente más introspectiva In the backseat, donde enfrenta su terror a conducir con el placer que siente oyendo la radio en el coche. Como el crítico James Christopher Monger escribió con gran lucidez, “de este modo el singular hilo conductor de Funeral termina por revelarse; el amor lo conquista todo, especialmente el amor por el poder catártico de la música”.
- En los dos trabajos posteriores de Arcade Fire, Neon bible y The suburbs, echo un tanto de menos la pasión asilvestrada del primero, y claro signo de que han bajado el pistón es el modo mucho más contenido en que Butler canta últimamente. No obstante sigue habiendo hueco para himnazos como Intervention, donde Butler se desmelena como en los viejos tiempos. Espectacular el órgano toda la canción, que para eso se trata de un himno.
El atildado caballero de la fotografía inferior es el francés Henri Rinck (1870-1952) y está considerado, junto con Alexey Troitzky, el padre de la teoría moderna de composición ajedrecística. Nacido en el seno de una rica familia con intereses en el negocio cervecero, se especializó en el refinado de aceites y para, según él, “un mejor desarrollo de su trabajo”, se instaló alrededor de 1900 en Badalona, donde montó una fábrica y vivió casi toda su vida. Allí fue donde empezó a componer estudios, a un envidiable ritmo; justo seis días antes de su muerte salió de la imprenta el volumen recopilatorio 1414 fins de partie, un mazacote de 800 páginas con el que pidió ser enterrado.
Los estudios de Rinck se distinguen por su elegancia, ingenio, belleza y simplicidad, y le valieron 58 primeros premios en distintos torneos de composición. Él fue quién acuñó el término de dominación para designar una situación en la que una de las piezas de un bando va siendo acorralada por las del otro hasta que termina por no poder mover. Rinck publicó un estudio muy bonito sobre este tema pero en el blog hemos visto uno todavía mejor, así que he elegido otro de sus clásicos. Para ser justos hay que decir que Rinck se inspiró fuertemente un estudio publicado por Réti en 1928; pero es igualmente verdad que sin la notable mejora de Rinck (la paradójica movida del alfil a d7) el estudio no sería hoy lo que es: uno de los más famosos de todos los tiempos.
Estudio de H. Rinck, Bohemia 1935
Podéis disfrutar del estilo a la vez sencillo y plástico de Rinck en la caza de la dama en Deutsche Schachzeitung, 1903 o en el duelo de torres en National Zeitung, 1921. El estudio sobre dominación al que antes me refería se publicó en el diario Las Noticias en 1926.