La música: “Love’s in need of love today” de Stevie Wonder
En mi altar cinéfilo El apartamento ocupa un puesto de privilegio. No solo por ser una de las películas más divertidas, patéticas, conmovedoras y, en definitiva, hermosas, jamás rodadas, que también, sino por esconder una perla de sabiduría de alcance. Es ese momento en que Fran (Shirley MacLaine) comprende por fin que solo ha sido un juguete para el mujeriego Mr. Sheldrake y refiriéndose a este le dice a Bud (Jack Lemmon): “Él es de los que cogen”. “¿De los que qué?” pregunta Bud. “Hay gente que coge, y gente a la que le cogen, y son conscientes de ello, pero son incapaces de hacer nada al respecto”.
Chapeau para el maestro Wilder, porque su taxonómica partición de la especie humana en aprovechados y pringados es de una generalidad sorprendente: pensad en vuestros compañeros de trabajo, por ejemplo, y veréis que aunque es difícil identificar especímenes puros, casi todos derrotan por uno u otro pitón.
Casi todos. Porque además de la gente que coge, y a la que le cogen, hay unos pocos, la excepción que confirma la regla, que dan, y lo hacen con agrado. Esos que se presentan voluntarios para todo, los que renuncian a su pedazo de tarta cuando hay demasiados invitados, los que ayudan a recoger cuando la fiesta ha terminado. Mi teoría es que son el resultado de una mutación genética que tuvo que producirse en algún momento del Paleolítico y que la evolución ha preservado hasta nuestros días porque, aunque rentúa escasos dividendos a los afectados (cosa que, curiosamente, no parece importarles un bledo), beneficia sin duda al resto de la especie, que de no ser por ellos seguiría en las cavernas tramando cómo robarle el mamut al de la gruta de al lado.
Hace unos días nos enteramos por la prensa de un triste récord: el número de personas que atiende Cáritas en nuestro país supera ya el millón. Más allá del compromiso, útil pero relativamente aséptico, de los socios que transfieren una cierta cantidad anual o mensual a la organización, todo el tinglado se vendría abajo de no ser por los valientes que están a pie de obra viendo de frente el rostro de la miseria sin apartar la mirada. No oiréis quejarse a gente como esta, porque es contrario a su naturaleza, pero no conviene olvidar que, aunque superhéroes, no son superhombres. No estaría mal que los mimáramos un poco, aunque fuera para variar.
Love’s in need of love today / Stevie Wonder
Love’s in need of love today / Stevie Wonder letra y traducción
Como todo el mundo sabe, Stevie Wonder es ciego de nacimiento. Más allá de las obvias complicaciones que esto genera en el día a día, él afirma no considerarlo un handicap o un problema, sino más bien una particularidad que le ha permitido explotar en su plenitud su impresionante e innato potencial para componer. Desde luego hay que creerle, porque no hay nadie en la historia del pop que irradie tanto optimismo y buen rollo. Aunque no ha rehuido las cuestiones candentes del momento, ya fueran raciales, sociales o espirituales, a veces desde una perspectiva severamente crítica, su música nunca suena amarga u oscura. Igual es que también tiene el gen mutante ese, porque el tío da toda la impresión de ser más feliz que un ocho.
La canción favorita de la masa es la banal “I just call to say I love you”, que grabó años después, pero los discos que han mitificado a Stevie Wonder, con los que hizo cruzar al rhythm & blues las fronteras del pop sin robarle una pizca de autenticidad, son los que van de Talking book (1972), con la resplandenciente You are the sunshine of my life a la cabeza, hasta el apoteósico doble álbum Songs in the key of life (1976). Además de “Love’s in need of love today”, apuntad de este último, entre otras, Sir Duke (su homenaje a Duke Ellington, que había fallecido meses antes) y, cómo no, Isn’t she lovely, la canción que dedicó a Aisha, su hija recién nacida. Oír la armónica de Wonder con la cría chapoteando de fondo es gloria bendita, pero para eso tenéis que recurrir a la versión del disco, porque la que suele incluirse en sus compilaciones de grandes éxitos está sensiblemente recortada.
Hans-Peter Rehm (1942, Geislingen an der Steige) es otro de esos tipos con tan variados y prominentes talentos que casi da miedo: profesor de Álgebra de la Universidad de Karlsruhe, concertista de piano y seguramente el mejor problemista de la historia de Alemania (en la lista de puntos obtenidos en álbumes de la FIDE, que vendría a ser un ranking histórico de los compositores más relevantes desde hace casi cien años, ocupa el tercer lugar, tan solo superado por Petko Petkov y Michel Caillaud).
Rehm es un significado representante de la llamada escuela lógica de composición. El término “lógico” se refiere aquí al modo en que se estructura la solución. El blanco tiene un plan principal para dar mate, pero en la posición de partida el negro dispone de un modo de evitarlo. Hace falta entonces un “plan preliminar”, tras cuya ejecución se regresa a una posición aparentemente similar a la del comienzo pero con una diferencia capital: la defensa de las negras se ha debilitado de un modo sutil y la estrategia inicial ya funciona.
He seleccionado un problema suyo, relativamente reciente, que ilustra lo anterior con gran nitidez y sobre todo con mucha gracia. Fijaos en ese alfil negro, aproximándose cada vez más a su rey como una polilla a una luz… hasta que ambos terminan achicharrados.
Problema de H.-P. Rehm, Schach-Aktiv 2003
Me he decantado por el problema en Schach-Aktiv a última hora, porque tenía en cartera dos más igualmente prodigiosos, ambos mates en 6. El primero es otra composición al estilo de la escuela lógica que se resuelve con un inesperado zugzwang y mereció un primer premio en el III Torneo Mundial de Composiciones de Ajedrez, 1984/88. El segundo, publicado en Probleemblad en 1962, es casi un mellizo del problema de Rudenko que os mostré en mayo: el Novotny es reemplazado por un Plachutta y la sierra por una batería de Siers. (La diferencia entre el tema Plachutta y el Novotny es que ahora se intersecan piezas con el mismo desplazamiento lineal, por ejemplo dos torres o un alfil y una dama moviéndose en diagonal. En una batería de Siers el protagonista es un caballo, que en las distintas variantes del problema acaba dando mate en casillas bastante alejadas unas de otras).
Muy interesante la reflexión a partir de esa frase de “El Apartamento”. Y en cuanto al “problema”, muy optimistas las blancas desde una mirada principiante como la mía. El ajedrez está siendo útil para la vida, mucho. Impresionante.
Si por “optimista” te refieres a que las blancas juegan “muy a lo loco”, entregando material con aparente despreocupación, es todo lo contrario: esta es exactamente la única manera de dar mate en 8 movimientos. En lo paradójico y sorprendente del camino a la victoria es precisamente donde radica la gracia, y el impacto estético, de los problemas y estudios que pongo en el blog. Y me alegro muchísimo de que el ajedrez te esté llegando, aunque quedas advertida: es muy, pero que muy adictivo… 🙂