La música: “Under the bridge” de Red Hot Chili Peppers
El otro día caí en la cuenta de que esta es la entrada que hace 13 del blog. Ya sabéis: el número negro, el número aciago, el número maldito. Así que se me ocurrió que por una vez estaría bien darle a la cosa un barniz un poquito más… oscuro.
No preocupaos, no va a ser para tanto. Se supone que este es un blog de canciones “redondas”, que en nuestro caso es sinónimo de “bonitas”, es decir, más o menos aptas para todos los públicos. Así que lo siento, Marilyn Manson, tendrás que seguir esperando tu turno (pero tú aguanta, igual te doy cancha en la entrada 666).
Decía “oscuro” porque hoy saldrán las drogas a la palestra, aunque eso tampoco es nada del otro mundo, ya que con las drogas en la música pasa un poco como con el doping en el ciclismo, cuesta horrores encontrar a alguien que medio destaque que esté limpio de polvo y paja.
Por cierto, abundando en la comparación, a que no habíais caído en esto (tiembla SGAE): ¿no sería lo justo que los artistas que han creado sus obras bajo el efecto de sustancias ilegales fueran desposeídos por los tribunales de sus derechos de autor? Por ejemplo, si el dossier de los Red Hot Chili Peppers hubiera llegado a manos del TAS, estarían sancionados a perpetuidad hasta sus bisnietos: Hillel Slovak, el guitarra fundador del grupo, murió por sobredosis de heroína en 1988; John Frusciante, su sustituto, no siguió su camino de milagro años después; qué decir del cantante, Anthony Kiedis, hijo de adicto y traficante, que sabía ya geometría prácticamente desde que nació; etc, etc.
Pero que no os engañen las apariencias (y eso que no os he puesto una de las infames fotos en que aparecen con un calcetín “abrigando” sus partes pudendas como única vestimenta), estos tíos son muy, muy grandes. De izquierda a derecha: Michael Balzary, alias Flea (“pulga”), sencillamente, en mi opinión, el mejor bajista de la historia del rock; Frusciante, un guitarrista superlativo que con su talento melódico y visión musical dio el impulso definitivo a una banda que hasta entonces era poco más que un grupete de punkies ruideros; Chad Smith, batería, el único medio ordenado de todos, la locomotora rítmica del cuarteto y el pegamento que lo sostiene todo; y Kiedis, un cantante tan carismático en el escenario como Usain Bolt en el tartán.
Cuando escribió la autobiográfica “Under the bridge” Kiedis, fiel a una promesa que le había hecho a Slovak antes de morir, estaba (momentáneamente) desenganchado. La soledad de la que habla es la que sentía al ver colegueando a Flea y Frusciante colocados hasta las cejas, y el puente al que se refiere es uno bajo el que se pinchaba heroína junto a unos camellos mexicanos. Ufff… En fin, un poquito de luz para terminar: el coro que se oye al final repitiendo lo de “Under the bridge downtown” es el de la iglesia a la que acudía la madre de Frusciante. Parece que los rezos de la buena mujer dieron su fruto porque este mes de abril entran todos, por su propio pie y por lo que se sabe limpios ya desde hace años, en el Rock & Roll Hall of Fame.
Under the bridge / Red Hot Chili Peppers
Under the bridge / Red Hot Chili Peppers letra y traducción
“Under the bridge” no es nada representativa del sonido que los Chili Peppers hacían en la época en que la escribieron (1991) y se lo pensaron bastante antes de incluirla en Blood Sugar Sex Magik, el disco que estaban grabando por entonces. Aquí tenéis un pequeño menú degustación para que os hagáis una idea más fiel de su estilo:
- Give it away. En esta canción, también del álbum mencionado, sí que son ellos en su más pura esencia: nunca sonó tan explosiva como aquí esa especie de funk “rapeado” que es su marca registrada. Sin duda, la que un tío menos blandengue que yo hubiera elegido para protagonizar esta entrada.
- “Under the bridge” sirvió para demostrar que el poderío del cuartero seguía intacto cuando los decibelios bajaban un pelín y Californication, la canción favorita de Flea y principal “culpable” de que el disco del mismo nombre sea el más vendido de todo su catálogo, es un ejemplo muy diferente, pero también perfecto, de ello.
Nota: “Californication” no se refiere a “despelote en Hollywood”, que es lo que sería lógico esperar, sino a cómo la “cultura” del culto al cuerpo y por extensión de lo banal ha conseguido pasarnos por la piedra a todo el mundo. - Tell me baby. Las dos caras de RHCP, la Dr. Jekyll (amable) y la Mr. Hyde (cañera), fundidas en una sola, y magnífica, canción de Stadium Arcadium, su penúltimo trabajo. Habla de los sueños incumplidos de tanta gente que busca un hueco en el mundo del espectáculo y se queda por el camino. En general los vídeos del grupo son bárbaros, pero el de esta canción lo es especialmente, ya que se convocó una audición para músicos y cantantes en busca de una oportunidad (sin decirles con qué propósito) y todos acaban mezclados con los Peppers haciendo el oso a base de bien.
Ya iba siendo hora de dedicar una sección al movimiento menos conocido del ajedrez (con la excepción tal vez de la subpromoción): capturar al paso. Se puede capturar al paso cuando hay un peón en la casilla de salida (digamos uno blanco en d2) y otro del adversario dos casillas más allá y en un columna adyacente (digamos uno negro en e4). Entonces, si el peón avanza dos casillas de golpe, el otro puede capturarlo en la jugada inmediatamente siguiente como si solo hubiera avanzado una. Es decir, si el peón blanco mueve de d2 a d4 entonces el peón de e4 tiene, exclusivamente en ese momento, la posibilidad de capturarlo quedando colocado en d3.
Nada mejor para ilustrar dicho concepto que este ingenioso problema del problemista sueco, recientemente fallecido, Bo Waldemar Lindgren. Bo Lindgren (hijo del también compositor Frithiof Lindgren) obtuvo en 1980 el título de gran maestro de composición. En toda su historia la FIDE solo ha otorgado 67 de tales condecoraciones, así que algo tendrá el agua cuando la bendicen.